A fines de la década del 60, Carolyn Weisz, una niña de cuatro años de edad, fue invitada a una “sala de juegos” en el campus de la Universidad de Stanford. Se le pidió que se sentara en la silla y eligiera su dulce preferido de una bandeja que contenía un marshmallow (golosina dulce y esponjosa), una galletita o un pretzel. Carolyn eligió el marshmallow (a partir de allí el experimento se hizo siempre con esta golosina). Un investigador le hizo una oferta: “puedes comerlo ahora o esperar sin comerlo hasta que yo regrese y te daré otro más”. Y se fue de la habitación dejándola sola. 653 niños fueron sometidos a la misma prueba. Algunos se comían el dulce de inmediato, otros aguantaban un buen rato pero finalmente terminaban entregándose a la tentación y sólo el 30% logró postergar con éxito la gratificación hasta que el investigador regresó, unos quince minutos más tarde, con el segundo dulce.
Director de PU-RE Relaciones Públicas. Delegado en Santa Fe del Consejo Profesional de Relaciones Públicas de la República Argentina. Director de la Licenciatura en Relaciones Públicas en UAI Rosario. TW: @rrppgasparutti FB: http://www.facebook.com/gasparutti
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13 de mayo de 2014
¿Postergar el placer?
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