25 de abril de 2014

Cómo sobrevivir a un jefe difícil

El mundo funcionaría mejor con menos señores Burns -el temible jefe de de Homero Simpson- o menos Mirandas Priestlys -la malísima jefa que encarna Meryl Streep en El diablo viste a la moda. Sin llegar a esos extremos, lo cierto es que se trata de un rol clave que puede llegar a ser muy estimulante para los equipos de trabajo...o puede llegar a ser un una fuente de conflicto con la que hay que lidiar día a día.

Los expertos coinciden en indicar que los mejores rendimientos de los equipos de trabajo derivan de una buena gestión y que un mal jefe suele ser determinante en la desmotivación.

Los jefes difíciles suelen oscilar entre la incompetencia y el carácter tóxico, según explica Gustavo Pina, director de Randstad Professionals. "En general, no permiten, ni incentivan el desarrollo de sus empleados", describe.

Para Manuel Montaner, coach ontológico y organizacional, y director de la carrera de relaciones públicas de la Universidad del Salvador, esto se debe a que "ven a sus empleados como enemigos, no como colaboradores".



Montaner plantea una posible clasificación basada en su experiencia como consultor:

El autoritario: "Esto se hace así". Los que te respiran en la nuca y controlan todos tus movimientos.
El maltratador: Destruye el clima de trabajo, lo enrarece. Para él, los colegas son camarillas. Donde hay solidaridad, ve alianzas. Es paranoico.
El indiferente: La versión light del maltratador. Se desliga de toda responsabilidad y si pasa algo, es culpa del otro. No delega sino que deriva.
El narcisista. "Presenta tus ideas como propias, pero los errores son tuyos", sería una frase que lo define. Está dominado por su ego y su gran inseguridad.

ALGUNAS RECOMENDACIONES PARA LIDIAR CON UN JEFE COMPLICADO

Dejar la catarsis para el hogar. Limitar las críticas hacia el jefe, y saber frente a quién y cómo las emitimos, apunta el consultor internacional John Hoover, tal como se refleja en el sitio de ZonaJobs.

Despertar el instinto. Observar las rutinas del líder para saber qué conductas prefiere, cuáles son sus puntos fuertes y débiles, puede ayudar a descifrar cómo manejarlo, aconseja Hoover.

Mirar el lado positivo. Concentrarse en lo bueno que un jefe puede aportar. "Por lo general, son personas con mucha experiencia y se puede aprender mucho de ellos", señala Pina.

No tomárselo como algo personal. "Preguntarse siempre: '¿estoy haciendo lo mejor posible?'. Según Pina, si la respuesta es un sí sincero, se tendrá la templanza necesaria para estar conforme con el trabajo de uno y mantener la autoestima.

No reaccionar emocionalmente. Responder a los gritos con más gritos es ponerse en el nivel del jefe maltratador. Subir un escalón y controlar la respuesta emocional es la clave. Montaner aconseja "esperar y buscar la oportunidad de charlar dejando las emociones de lado, en lo posible fuera del ambiente de trabajo".

Convertirse en el cambio. Montaner también recomienda adoptar la máxima de Gandhi: "Conviértete en el cambio que quieres ver [en la oficina]". "En lugar de considerar el mal clima como un obstáculo, convertirlo en un complemento. Un avión despega con el viento en contra. Encarnar un clima positivo en la oficina puede ser transformador. Nada es más revolucionario que una sonrisa, ni más contagioso que el buen humor. Tratar al jefe como nos gustaría que nos trate, a la larga produce un cambio, quiebra su paradigma", asegura el coach.

La idea de promover el cambio a pesar de nuestros jefes parece ser efectiva. Así se desprende de la experiencia que relata
Fernando, que prefiere omitir su apellido. A este joven le toca lidiar con un jefe inactivo, que lo sobresatura con tareas que le corresponderían a él. "Mientras yo hago su parte, se dedica a pavear por Internet. Se toma dos horas de almuerzo, se va temprano...no hace nada", protesta.

Como le interesa mantener el puesto, trató de pensar la mejor manera de sobrevivir. Decidió poner límites, sin entrar en conflicto y utilizando siempre buenos modos. "Directamente, le digo que no puedo absorber más tareas. Empecé a respetar los horarios de entrada y de salida, no me quedo hasta la noche como antes", cuenta.

De este modo, logró estar más conforme y, si bien tiene críticas hacia su jefe, trata de minimizar los efectos que pueda generar ese estilo de liderazgo en su rutina laboral diaria.

ENTRENARSE PARA MEJORAR

La buena noticia es que muchos jefes se esfuerzan en mejorar y revertir los defectos que tienen, como cualquier otra persona. Las empresas tienden a poner el foco en ellos. Saben que es un puesto clave para el trabajo de los equipos y, por lo tanto, para los resultados.

Pilar Ochoa, de 28 años, manager del departamento de Sales y Performance de una empresa de publicidad on line, admite: "Soy muy estricta. El equipo con el que trabajo a veces se queja de las presiones y de las exigencias para cumplir con las tareas".

Cuenta que se apoya mucho en Recursos Humanos para que le brinden consejos y técnicas para mejorar la relación con sus empleados. "Es importante tener la humildad de reconocer que no somos perfectos. No sabemos todo y no somos autosuficientes", resalta. Cree que un buen jefe promueve el trabajo en equipo. "Veo al líder como un orientador que ayuda a los demás a alcanzar sus metas personales y también las grupales", concluye.

Fuente: Mariana Israel - La Nacion


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