4 de noviembre de 2014

Una persona no puede sobrevivir sin contacto físico

Teresa Romero por fin pudo recibir besos y abrazos el pasado sábado. ¿Hasta qué punto las personas necesitan tocarse, besarse, abrazarse… para su estabilidad emocional?

La auxiliar de enfermería Teresa Romero por fin pudo recibir besos y abrazos el pasado sábado. ¿Hasta qué punto las personas necesitan el contacto físico, tocarse, besarse, abrazarse… para su estabilidad emocional? «Es tan importante que puede alterar incluso el crecimiento físico y mental de un bebé», explica la psicóloga María Jesús Álava Reyes, fundadora del centro de psicología Álava Reyes. Este fenómeno, que se conoce como «hospitalismo», prosigue esta experta, «puede hacer que, aunque los niños estén bien atendidos desde el punto de vista de la salud, al faltarles el cariño diario de sus seres queridos, presenten cierto retraso psicomotor y sean inmaduros, inseguros, apáticos...».



A los adultos les pasa lo mismo, prosigue Álava Reyes: «El ser humano necesita el contacto físico para desarrollarse con normalidad y sentirse bien, porque esto significa que tiene cariño, amor y aceptación de los demás. Pero el cariño de la gente que le importa. No confundir con el beso social, que damos cuando nos presentan a alguien que ni apenas conocemos. Eso no tiene nada que ver con el beso que necesitamos para vivir. Hablamos de los besos, abrazos y caricias de las personas que para para nosotros son más importantes». Las personas, asegura la psicóloga Ciara Molina, «no pueden sobrevivir y desarrollarse sin ese contacto físico. Todas las personas lo necesitamos. Basta con observar la serenidad que siente un bebé al ser abrazado», corrobora.

Besos, abrazos y caricias
Los abrazos, besos, caricias... para psicólogas como Ciara Molina son como las vitaminas A, B y C (Abrazos, Besos y Caricias). «No hay excusas para no tomarlas, no caducan, son gratuitas, y muy fáciles de administrar». En concreto para ella el abrazo «es una de las principales demostraciones de afecto que podemos dar a nuestros semejantes, ya que tiene varios significados: amistad, cariño, dedicación, gratitud... y ejerce una clara influencia positiva tanto en la persona que lo recibe como en la que lo da. De hecho, cuando no sabemos como expresar con palabras una situación óptima, un abrazo será siempre una buena opción. ¡No hay nada que se amolde mejor al cuerpo!», exclama. También hay quien, como Kathleen Keating, ha hecho del abrazo una terapia: «la abrazoterapia». «El contacto físico no es sólo agradable, sino también necesario para nuestro bienestar psicológico, emocional y corporal, ya que acrecienta la alegría y la salud de individuo y de la sociedad. El abrazo es una forma muy especial de tocar, que hace que uno se acepte mejor a sí mismo y se sienta mejor aceptado por los demás».

Para Álava Reyes, esa parte de la comunicación no verbal no solamente supone tocar, dar besos, o abrazos. «También cobran especial relevancia nuestros gestos, nuestros ademanes, nuestras miradas, el tono y hasta la inflexión de nuestra voz». El contacto que nos hace encontrarnos bien se facilita asimismo con la mirada, con el rostro, los ojos, con el gesto de tus manos, con el tono de voz, y no tanto con el contenido de nuestro mensaje». Porque es un hecho demostrado, prosigue esta experta, «que la comunicación no verbal es más importante (en un 80%), que la verbal (que solo supone el 20%)».

Depende de la zona de España
Sea cual sea el contacto físico, hay que tener en cuenta que este es muy diferente dependiendo de la zona de España donde nos encontremos, advierte Álava Reyes. «La gente del norte necesita una distancia que indique que no estás invadiendo su zona. Y por contra, para una persona del sur el contacto suele ser más habitual y más estrecho. También está el extremo de los suecos, que necesitan casi tres metros entre ellos y el ser humano más próximo. El contacto físico que necesites estará en función un poco de la cultura que tengas por zona, pero todos necesitamos contacto físico», asegura esta experta.

Una necesidad que cambia por edades
Para Álava Reyes, en la vida de una persona hay una evolución en cuanto a necesidad de contacto físico se refiere. Así pues, en la primera infancia es una necesidad absoluta incluso para su desarrollo integral como seres humanos. «Los niños pequeños lo piden mediante el juego, y cuando más disfrutan es cuando les coge, les aprietas, te revuelcas con ellos... Después, en la época adolescente, podríamos hablar de que se experimenta casi un rechazo del contacto físico con los padres... que luego se pasa. En la edad adulta, cuando nos sentimos mal, más que palabras, buscamos un contacto que signifique aceptación por parte de la otra persona. La gente mayor que se encuentran en una situación de cierta debilidad (física y emocional) demandan mucho esos abrazos y esas caricias.... necesitan tocarte, notar contacto, que les abraces, es como una señal de que se sienten de nuevo aceptados o queridos».

Cuando hay nulo contacto físico
La inexistencia de ese contacto puede ser por varios motivos. «Puede ocurrirle a gente que se siente insegura, que toca poco y ella misma se siente insegura cuando la tocan», sugiere Álava Reyes. También es habitual, continua, en aquellos que tienen algún tipo de problema físico. «Este tipo de personas son muy vulnerables a estas demostraciones físicas. Tener un angioma en el rostro, por ejemplo... puede hacer pensar que no resultan agradables a los demás y, por tanto, rehuir ese acercamiento». Asimismo la alexitimia o el «trastorno Dexter», (problema neurológico que dificulta interpretar y hablar de las propias emociones) podría estar detrás del nulo contacto físico.

Fuente: ABC


Lic. Marcos Gasparutti
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